El Final de Final Fantasy
Cada entrega de Final Fantasy es un mundo, literalmente. Y existe
una bonita tradición que, aunque no está escrita, muchos conocéis: con el
anuncio de una nueva entrega, las ilusiones de infinidad de seguidores se
avivan más allá de sus propias expectativas. Ahora a esto lo llamamos hype,
pero cuando Squaresoft (ahora Square-Enix) y sus admiradores iniciaron esta
costumbre, yo lo llamaba simplemente soñar despierto. Y siempre tenía la
certeza de que cuando llegara el gran día en el que pudiera dejar de soñar para
abrir la caja y admirar sus discos llenos de fantasía, descubriría una nueva
joya que me marcaría para siempre, y que su huella dejaría el listón muy alto
para los próximos juegos que pasarían por mis manos.
Desde hace ya bastante tiempo, Final Fantasy XIII está entre
nosotros, y ha gustado a unos cuantos, encantado a unos pocos y, en mayor o
menor medida, decepcionado a muchos. Es complicado comentar cualquier cosa de
este juego sin tener en cuenta las expectativas que genera con tan sólo leer su
título, pero procuraré enfocarme en sus cualidades propias intentando resistir
la tentación de compararlo con sus hermanos menores, a la vez que ignoraré
(sólo un poco) el hecho de que su mayor maldición es la de llevar un nombre que
pesa tanto.
Lo que hace de FFXIII un auténtico Final Fantasy
He oído y leído muchos comentarios diciendo que FFXIII no es
un Final Fantasy de verdad. Yo discrepo, pero al mismo tiempo comprendo a qué
se refieren los demás cuando lo afirman. Salta a la vista que el universo que
se ha creado para esta entrega alberga la esencia típica de cualquier Final
Fantasy. Hablo del aspecto visual en general, que es hermoso, y los
protagonistas exhiben una belleza que va más allá de su evidente atractivo
físico. Las localizaciones tienen ese aire mágico que tanto nos encanta
recorrer mientras admiramos el colorido paisaje. Además, la transición entre cinemáticas
y fases jugables es, aunque perceptible, más suave que nunca. Y por supuesto,
la música cumple (aunque sin sorprender), con sus dulces y melancólicas notas,
contrastadas con las melodías épicas de las batallas.
En cuanto a la historia, le da una vuelta de tuerca a los
recurrentes temas de la amistad y de la salvación del mundo. Por un lado nos
presenta a unos personajes que comparten relaciones relativamente complicadas y
que evolucionan a lo largo de la aventura, manteniendo la capacidad de
sorprendernos y, sobretodo, invitándonos a implicarnos emocionalmente para
acabar encariñándonos, casi amando, a los seis protagonistas (en mi caso sólo
cinco, sorry Vanille). Hay momentos que me parecieron realmente conmovedores y
que me sorprendieron con su narrativa. En cuanto al destino que les aguarda, me
resultó igualmente fascinante (pero sólo en parte).
El sistema de combate resulta muy novedoso a la vez que
divertido, hasta que se vuelve extremadamente repetitivo. Y nuestra labor de
estratega esta vez reside principalmente en planificar bien las formaciones y
en escoger el momento adecuado para invocar a los Eidolons. Aunque a mí no me
encantó, por lo menos me sentí cómodo con este sistema de batalla, más que con
el de la anterior entrega, FFXII... (oops, perdón, se me ha escapado una
comparación).
Lo que hace de FFXIII un juego de rol cualquiera
Sin la más mínima intención de ser despectivo hacia el
género del Rol, considero que Final Fantasy tiene su propio estilo (al igual
que otras grandes sagas), y hay algunos aspectos de FFXIII que encontré poco
fieles a su filosofía. Esto no tiene por qué ser algo negativo, pero sí puede
ser inesperado y, en definitiva, decepcionante.
El principal problema del juego lo encontré en su mecánica,
que parece repetir un patrón interminable de avanza-combate-secuencia. Y todo
empaquetado por una extraña sensación de estar recorriendo continuamente un
largo pasillo. Esta fórmula la hemos visto en otros juegos con mejor éxito,
pero aquí no acaba de funcionar, y se hace monótono. Demasiado monótono.
En cuanto a los combates, a menudo consisten en pulsar un
único botón repetidas veces, ya que el juego automáticamente te propone una
acción óptima para la formación que estés usando en ese momento. Entiendo que
lo hayan incluido porque resulta práctico y cómodo, pero quizás deberían
haberlo hecho opcional, creo que eso habría satisfecho mejor a los que
necesiten navegar por los comandos para sentir que están combatiendo por sí
solos, sin ayuda. Sé que el juego permite que escojas los comandos libremente,
pero cuando vi que a menudo las acciones que quería realizar coincidían
exactamente con las que me proponía el juego, no pude ignorarlo y me rendí. Mi
pulgar derecho apenas se separó del X en todo el juego.
Es cierto que el núcleo de la historia me gustó, todo lo que
involucra a la personalidad y amistad de los personajes. Lo que no me acabó de
gustar es el eje argumental, que lo encontré un tanto enrevesado, y la
estructura de trece capítulos me pareció otra manera de imponernos una
linealidad que no acaba de liberarse hasta llegar casi al final.
Aunque el sistema de evolución y desarrollo de los
personajes resulta familiar, no me convenció. Y la modificación de armas es
tediosa, incluso aburrida. El inventario se me llenaba de objetos de todo tipo,
y nunca me apetecía examinarlos a fondo para escoger la manera óptima de
mejorar las armas.
En resumidas cuentas, y aunque no alcanzó la calidad que
todos soñamos, podría decir que me gustó sin que me crezca la nariz más de un
centímetro. Pero sigo teniendo una sensación agridulce cuando lo veo en mi
estantería que me impide definir con claridad si deseo volver a jugarlo o no. Y
a menos que la decimoquinta entrega logre volver a ilusionarme de verdad, para
mí FFXIII supone el final de Final Fantasy.
VIRTUDES: Hay varios aspectos que hacen de FFXIII un juego
memorable, como son los personajes, la atmósfera mágica, y la originalidad del
sistema de combate.
DEFECTOS: Pero los ingredientes antes mencionados no son
suficientes para materializarse en una experiencia Final Fantasy “completa”.
VEREDICTO: 2 / 5 >>> Juego Mediocre <<<
El juego brilla en algunos aspectos, pero cojea en la
mayoría. Y mientras que los personajes podrían considerarse entrañables, el guion
en el que se desenvuelven me pareció irregular, con algún que otro clímax, pero
plagado de momentos que parecen una simple excusa para estirar el chicle. Pasé
buenos ratos, pero su repetitiva mecánica acabó por desesperarme y llegué a
desear que se acabara.
- Esli
No hay comentarios:
Publicar un comentario